2.27.2006

revolución!





Revolución, deviene la evolución, sigue la devolución. O al revés. No me queda claro cuál es el punto de mira de una maestra primaria, de la educación que tan bien supimos conseguir, coronados de norias, toboganes y cumpleaños en Pumper Nic. El germen de la revolución está en los cuadernos primarios, en los primeros ensayos con la palabra, la palabra como imagen y todo un mundo fabuloso de comprensiones y lecturas ahora imposible de tener. Escritura Punk. Estética Trash. Espíritu Dadá. Recuperar lo quitado, lo no conciente. Releo mis cuadernos de primaria, fascinado antes las formas descontroladas de la caligrafía, el uso del espacio y el binomio contenido-continente. La repetición automática como eje central de la educación, anulando toda posibilidad reveladora que tiene la repetición de un ideograma. Se repite la misma palabra para fijarla a través de un método dudoso, donde la palabra queda tatuada en el cerebro a base de litros de tinta barata 303, pero lejos queda de poder leer la repetición como una forma, como un todo absurdo revelador. La cuenta de 12 + 24 habita en el mismo espacio anárquico de cinco frases sobre Walter. Walter va a lo de sus abuela. Walter es mi amigo. Walter maneja el auto de papá. Quién es Walter? No importa. Sólo importa la W. Punto. Pero quién es W? Hay un ciudadano K. Hay un ciudadano W? Por qué va a lo de su abuela, en coche, mi amigo, Walter, por qué, Walter? Los dibujos no tienen perspectivas ni puntos de fuga alguno. Flotan entre renglones, únicos granaderos capaces de controlar el caos idiogramático del alumno Walter. Por qué tiene que ser así, Walter? Por qué no asociar, mezclar, jugar con la suma de Walters a la historia. No, comprimir, aislar, imposibilidad de relacionar. El azar como parte fundamental de la formación, una idea revolucionaria y simple, acabando con la mirada conservadora del contenido y repetición replicante. El dibujo como idea, como palabra. La palabra como dibujo, sin miedo a ponerlo todo en duda y empezar nuevamente otra hoja. La acumulación de sensaciones. No negar la emoción en la formación de una palabra, de una idea, alumno tierno, campo de cultivo de enfermedades virósicas que devendrá en vicios y rigidez discursiva si no nos detenemos a tiempo. Revolución, se desata la mirada desplazada, los alumnos se pierden y deben reinventarlo todo, maestros gozando con el descontrol y creciendo en la furia de lo nuevo, entre primeras patadas, agitadores minúsculos. Fantasías constantes me genera Juanma cuando pienso en su futura educación. Le compramos la play station? Cuál será la lucha? Hay lucha? Siempre la hay. Cómo conservar la relación que tiene mi sobrino con Bob el constructor? Es bueno que Juanma se entere que no puede ser amigo de un dibujo, de un coche de 300 pesos de Lego? Eso es lo que pasará? Dejará de ver repetidamente los mismos dibujos, una y otra vez? La repetición tendrá un valor nuevo, más pobre y represivo? Claro, no lo se. Y mi hermana, la que logró burlar la generación barbie con una barbie en la mano, me dice con un rifle de aire comprimido de amor: Al final, no pasa nada. Revolución grito, por las dudas, quién es Walter?
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