2.13.2006

generación barbie!


La Barbie es bárbara. Nada está librado al azar, todo encaja en su cuerpo de diseño. Tetas sin pezones, concha sin ranura, culo sin raya, ojos eternamente exaltados por un tiro de cocaína mal nutrido, piernas sin pelos, pies en punta, boca a la espera del pene de Ken. Ken, guapísimo, decían. No lo se, no me acuerdo, yo no fui, no es verdad, No! Yo no jugaba con las barbies de mi hermana. No lo voy a repetir más, yo no jugaba con las barbies de mi hermana y me metía entre sus amigas, las de barbie, las de mi hermana, mi hermana no era barbie, creo que nunca le gusto jugar con esa inmunda muñeca, frígida y descerebrada. Mi hermana leía, escribía, miraba, callaba, pensaba y se acostaba. Yo NUNCA jugué con las barbies! O La Barbie. Es un gentilicio La Barbie? Generación Barbie. Caterva de niñas estúpidas, que pasaban el día entre cuentos de hadas de madrinas zorras y muñecas articuladas, que desarticulaban toda posibilidad de un mundo mejor. La Barbie y El Mao coexistieron en mi hermana, en mi. No! Yo nunca jugué con La Baribie. Te imaginas un Mao articulado? El Mao articulado. El Mao, familiar, cordialmente revolucionario y agitador. El inodoro del Mao, la nevera del Mao, los calzoncillos del Mao, el tanque del Mao, el fusil que debe ser empuñado para hacer una guerra porque solo empuñando otro fusil se acaba con los fusiles y así, hasta la eternidad como los cuentos de las mil y unas noches, o hasta Irak o La Villa 21. Mao en la villa 21, articulando una revolución pro iraquí de Barbies. Me aburre este surrealismo que no es tal. Lo dejo. Porque me recuerda a la última vez que leí un periódico argentino, ayer, y todo me parece gracioso. No quiero que me parezca gracioso. No quiero que me parezca. Sólo quiero que me duela. Dolor, único motor de nuestras vidas, de la existencia de La Barbie, de Mao y de Irak. Esto lo dijo Gombrowicz. Y me dicen que tengo dilatación de los senos de la aorta. Te lo repito, mi amor? Degradación de los pechos que me ahorca. O mejor aún No! Paro. Otra vez surrealismo maltrecho. Trato hecho: lo confieso, pero a cambio que me entreguen a Bob esponja, Bob constructor y una pizza. El helicóptero te lo podés guardar, me voy en la Mac de Bob gay, escándalos incluidos en los Estados Unidos de América, con mucho acento en la A que es esdrújula, como hijosdéputa represores de mierda que condenan a un dibujo, el de mi sobrino para colmo de males, porque el protagonista es gay, el amigo es gay y todo cuanto personaje este dando vuelta o poniendo un ladrillo, es gay. Claro, es exagerado. Amanerado y absurdo. Pero no deja de ser agitador y original. Te decía: confieso, Yo Jugaba con La Barbie. Yo Coleccionaba Papeles de Carta. Yo Bailaba como Rafaela Querra. Entreguen la pizza, entreguen a Bob, che! Loco, qué pasa? Bob y yo nos la comemos, sin acento, y me la banco. Cuál es, loco? Si, juntaba papeles de carta, rosas, con flores, de toda mariconada y orterada que te puedas imaginar a la redonda. La autobiografía como vehículo primogénito para la expresión de emociones genuinas. Lo leí. Te lo juro, que yo no invento semejante frase pedorra, yo sólo confieso que es jugado con La Barbie y Los Papeles de Carta Rosa. Carta Rosa, suena un tratado firmado por todos los Bob Esponjas del mundo, por un mundo de gruas, obreros musculosos y mucho y mucho petardo naif bailando en alta voces de discotecas. Claro, de La Barbie al petardo de Discoteca, un solo paso. Y ahí estamos, con la caja de La Barbie de, de, de mi hermana? Mentira! Yo nunca jugue con La Barbie ni tengo deseos de conocer a Bob Constructor. No! La banalidad la han hecho papilla y nos alimentan como bebes recién cagados. Otra frase horrible, frase objeto. Violencia de genero, qué genero sería esto que escribo y te digo y te cuento y para qué te cuento y te digo, si ya lo sabes todo de mi. Ah! En La Generación Barbie debe estar la respuesta.

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